
La Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de la Universidad Politécnica de Madrid trabaja con diversos combustibles para configurar la red de fuentes de energía del futuro y plantear alternativas al petróleo y los combustibles fósiles.
Uno de estos carburantes es el éter dimetílico, o dimetil étel (DME), con el que se lleva investigando más de 15 años. Por sus características en la combustión, es apropiado para motores diesel, pero no para motores de encendido con chispa. Según los investigadores, el problema es que hay que comprimirlo para almacenarlo en fase líquida y su densidad energética es casi la mitad del gasóleo, por lo que es necesario instalar en el vehículo tanques de más del doble del tamaño actual.
Existe un interés por esta fuente de energía debido a la posibilidad de obtenerlo del metanol que, a su vez, se puede obtener del biogás proveniente de materia organica y que se denomina Bio-dimetil éter. La multinacional Volvo, en Suecia, ha concluido un proyecto, financiado por la Unión Europea, sobre el uso del DME en camiones, y existe otro proyecto europeo que se está preparando sobre este combustible. El escollo es poder producirlo a costes razonables y competitivos.
Otro combustible alternativo menos conocido, con el que se está trabajando es el éter de oximetileno (denominado OME1), un derivado químico sintetizado del gas natural o del biogás, similar al DME y utilizado en la actualidad como disolvente.