Las autopistas en quiebra tienen una nueva oportunidad de salir a flote. El Ministerio de Fomento, que se hizo cargo de la deuda que soportaban (3.200 millones de euros), tiene pensado sacar a concurso las ocho vías de alta capacidad (AP-66, AP-7, R-4, AP-41, R-2, R-3, A-77, R-5 y M-12) para librarse de su coste y mantenimiento.

Según Fomento, el tráfico en las ocho concesiones con problemas económicos creció en febrero un 10,5% respecto al mismo mes de 2016. En el acumulado del año 2017, el incremento se sitúa en el 9,5% con respecto al mismo periodo del año anterior. Para el departamento que dirige Íñigo de la Serna, esta recuperación de los tráficos tendrá un impacto positivo para el Estado en las nuevas licitaciones que se llevarían a cabo.

La empresa pública Seittsa, que es la que se está encargado de las licitaciones, se está preparando para cuando tenga que quedarse con alguna autopista. Al ceder la concesión de estas vías, Fomento podría conseguir recursos para afrontar la Responsabilidad Patrimonial de la Administración que supondría su rescate previo. El ministro De la Serna ha confirmado que no ha habido acuerdo en la negociación con los acreedores de las vías (en estos momentos propiedad de "fondos buitre"), sobre el plan de rescate de las autopistas en quiebra.

Por eso, y teniendo en cuenta el aumento de tráfico y el giro que ha dado el proceso judicial de concurso de acreedores en el que están desde el año 2012, Fomento quiere volver a licitarlas, esperando tener que quedarse con las menos posibles. Según el ministro, aún no se sabe si se tendrán que asumir todas y cómo serán sacadas a concurso, si en grupo o de forma individual.

Las autopistas quebradas